martes, 9 de junio de 2009

La vaca de la foto y Laura Vera


Se cuentan muchas cosas, se oyen rumores, se dice por ahí, por aquí, allende los mares y las montañas, se dicen cosas, que hay fenómenos extraordinarios, que no se explican ¿Y quien lo necesita? Que no se entienden ¿Y quien lo quiere?. Hay mucha habladuría, pero yo tengo fuentes que dicen la verdad, que están bien informadas, que lo han visto con sus propios oídos y lo han escuchado con sus propias manos.


Así me contaron que Laura Vera…ella es la protagonista de esta historia, vio moverse una vaca que miraba desde sus bellos ojos de vaca en una gigantografía ¿Cómo se va a mover la vaca de una fotografía por grande que esta sea: la fotografía, no la vaca. Ella lo vio.


Sí, Laura vio como la vaca primero le guiñaba uno de sus ojos de vaca. ¿Estaré soñando? Pensó. Luego la vaca espantó una mosca con su rabo, tolón, tolón. Esto ocurría en un restaurante en el que estaba con su familia celebrando el cumpleaños de su abuelo. Iba a gritar “la vaca se mueve, la vaca se mueve” pero pensó que no iban a creerla. Los mayores son incrédulos por naturaleza desgastada, además de que no suelen ver las cosas mágicas que continuamente están sucediendo en la vida de un niño. ¡Pobres mayores! Por suerte mejoran después, cuando pasan la puerta de la edad dorada. Esa muralla china tras la cual se regresa a la inocencia.



“Tengo que asegurarme” pensó Laura y con disimulo sacó la lengua a la vaca que sin miramiento alguno le sacó de vuelta su inmensa lengua de vaca y movió sus orejas como si fuesen campanillas.


"¡Madre mía, esto si que es fuerte!", pensó Laura, aunque en ningún momento creyó que fuera imposible o que fuera un sueño. Terminó su plato de cena y pidió permiso para levantarse de la mesa. Se encaminó al mural y acercó sus ojos a los ojos de la vaca.


El abuelo de Laura siguió la escena perplejo.No me aseguran que haya llegado aún a la edad dorada, quiero aclarar este punto para ser fidedigno. Ella entonces besó la frente de la vaca y ¡Oh sorpresa! la vaca volvió a sacar su lengua larga y lamió la frente de nuestra protagonista, como diciéndole gracias por venir, gracias por entrar en mi cuento de vaca.


- ¿Estás viva? -preguntó Laura, mirando las pezuñas de la bovina

- Obvio -respondió Hortensia

- ¿Realmente viva?

- Realmente obvio

- ¿Y que haces aquí?

- Vivo en esta gigantografía, durante el día trabajo como vaca fotografiada, por la noche paseo por el restaurante, leo recetas de cocina, para ser cocinera cuando vuelva a reencarnarme. En mi próxima vida seré una cocinera gordita en Suiza. Para la siguiente seré Vendedora de espejos en Marruecos, talla 42 y a la siguiente seré por fin delgada bailarina de vacallet


- De ballet querrás decir –la corrigió Laura

- Por supuesto, me traiciona a veces el vacabulario

- El vo-ca-bu-lario

- Eso.


Fue en ese momento que Laura miró hacia la mesa y vio que su abuelo estaba enterándose de todo. Trató de disimular pero ya era tarde porque él, metementodo, se acercaba.

- No pasa nada -se adelantó Laura

- ¿Crees que soy tonto?

- Si las vacas no hablan, ni las fotografías se mueven, abu

- Ya, ya, eso es en el mundo cuadriculado, pero en el mundo esférico cuántico es perfectamente posible

- ¿Qué es eso del mundo esférico-cuántico, abu?

- Es complicado de explicar, pero es el mundo en el que estamos viviendo en este momento tú y yo

- Entonces…tú…

- Sí, yo también…

- ¿Quieres hablar con la vaca. Si quieres yo te tapo -le ofreció Laura

- Bueno

No me han contado lo que el abuelo habló con la vaca, o no pudieron captarlo mis informantes por estar tapado por Laura, pero dado que es tauro, probablemente hablaron de familiares antiguos, de tataravacunos o tatarabovinas. En cualquier caso esto es mera especulación, no forma parte del texto real de este cuento.


El resultado es que Laura Vera y la Vaca Hortensia, así hemos dicho que se llamaba, se hicieron muy amigas. Laura se comprometió a visitarla de vez en cuando y llevarle recetas de cocina recortadas de las revistas de su madre, Hortensia le prometió que siempre que fuera rompería su quietismo fotográfico y le sacaría la lengua de vaca como el mensaje especial de que "siempre seremos amigas" le dijo con esa ternura que sólo podemos encontrar en las vacas madres.



De este primer encuentro hay registros gráficos porque el abuelo de Laura les pidió que las dos posaran ante su cámara nueva y es así que tenemos un recuerdo contundente de que la vaca Hortensia y Laura Vera cambiaron el pulso normal de esa noche y la hicieron especial, imborrable y única, como las cosas que nos dejan una huella en el alma.


Yo que cuento cuentos, no puedo dejar de contar este, porque aunque permanentemente ocurren cosas extraordinarias, muy pocas personas se dan cuenta de que pasan. Ese no fue el caso de Laura.


Y vacarin, vacarado, este vaquicuento se ha avacado

No hay comentarios:

Publicar un comentario