domingo, 10 de mayo de 2009

De Santiago ha salido un avión cargado de...

Corre su abuelo, el de Laura Madroños, por la calle arriba, abajo, se da vuelta a la derecha, se tropieza con la maleta, se pisa un pie, le ladra un perro, un pájaro canta, se rasca la garganta. Toma la senda de las coliflores. Coliflor, flor, flor, seca tus cuernos al sol. No, no, eso eran los caracoles. Se confunde, son los nervios, es la confusión acelerada.

Corre su abuelo, el de "Laura zapatitos plata", por la calle empedrada, la autopista de la luna, la travesía de las flores, la calzada de los mazapanes, la mazapana de las calzas largas. Corre en loca carrera atropellada, se le agita el corazón, se le rompe una uña, se sujeta el sombrero hasta que se da cuenta que no lleva sombrero, que no usa sombrero, que no tiene sombras, sino luces, no tiene noches sino días de Laura, días de atravesar las distancias del almanaque, los días negros y los rojos, los azules de tarasquín y los verdes de tarascón, para llegar a su destino.


Llega por fin al aeropuerto de Santiago, se confunde de puerta, se sienta en la escalera, sube por la losa, los micrófonos anuncian vuelos a babor, vuelos a estribor, a la tierra de nuncajamás, a los mares de los peces de colores, al archipiélago de las tortugas fucsia, a Hispanilandia. Le pica el dedo gordo del pie, pero no puede detenerse, sube por la escalerilla del avión, le regala a la azafata un paquete de color melocotón, le regala un botón, le pide un vasito de sifón y un bocadillo de jamón. A veces todo es "on", a veces todos es "in". Ha olvidado por qué le late de esta forma el corazín, quiso decir el corazón. Decir es un decir, porque no puede hablar, se le ha descompensado la respiración.


La respiración está descompensada, se ha producido una descompensación, el descompensador que la desadescompense buen desadescompensador será. En ese momento el piloto les dice que se abrochen los tirantes de seguridad y que se sienten en los flotadores y que se quiten las mascarillas y se pongan las masbaratillas, que jueguen con las señales luminosas y se tumben en los pasillos ¿Qué avión es este? piensa el abuelo de "Laura trajecito lila". Es el avión cargadito de regalos, olé, olé, holanda, olé, holanda ya se fué. Es el avión que vuela por los cielos del Sur, sin que le importen los vuelos piratas, ni los pilotos con pata de palo, ni los palotos con pata de pilo.


Saca sus alas amarillas de plástico, el abuelo de "Laura peinecitos de oro" para ayudar a las otras, a las pesadas alas del avión, a surcar los cielos de nubes borregas, de algodón de azucar. ¡Vamos, vamos! comenta con el cuello de su camisa y come maní, se rasca la ceja, come pipas de calabaza, se rasca la nariz, se quita un pelo rizado de la oreja, piensa en Laura, sonríe y se toca el codo codillo, antes de cantar el canto de las cantatas cantadas de la canturiega "Laura bolso de charol". Antes de que el sueño le venza y sueñe esa escalera que viene hasta la puerta, que huele a mayo y a flores a María, esa escalera que lo bajará a la sonrisa de Laura Madroños, que le espera, al abrazo que no puede contener y se apresura para que todo llegue. Por eso, colorín, colorado este cuento tan loco, se ha acabado.

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