martes, 26 de enero de 2010

Niños de Haití


Quiero hablarte de Haití, Laura, En algún momento, cuando regresemos del colegio por las calles nevadas de este Madrid invernal, quiero que mires estas fotos de niños de ojos grandes y bellísimos que se han quedado sin padres, sin casa, sin país.

No para que te aflijas, no porque el terremoto les haya asolado hoy, porque esto viene de tiempo, Laura, aún sin terremotos, estos niños no tienen nada de lo que tú y tantas niñas de nuestro mundo tienen. Muchos de ellos eran niños esclavos. Condenados a no tener escuela, a trabajar para poder malcomer.

Quiero que hablemos de lo que tú y yo podemos hacer por estos niños haitianos del futuro, por los niños de otras partes del mundo, de tantos lugares en los que la injusticia, la desigualdad o la cólera incompasible de la Naturaleza produce estos escarnios.

¿Qué se te ocurre? Pienso que podríamos trabajar por ellos. Para eso es importante que estudies, que tengas herramientas ¿Qué se te ocurre Laura, que dependa de nosotros, de nuestro esfuerzo?

Yo sólo te pregunto, para que los dos hablemos, para que no dejemos que la comodidad y la fortuna involuntaria de haber nacido donde hemos nacido nos disculpe de no hacer nada. Haití, Laura, está en muchas partes, también a nuestro alrededor, en todos los que sufren.


En las lágrimas de los niños que lloran de auténtica tristeza y soledad. ¿Ves? No hay tiempo para aburrirse. Tenemos mucho que hacer, por el momento podríamos contarles cuentos, hacerles reir, compartir con ellos el pan de esta merienda.

Te escucho...

viernes, 15 de enero de 2010

Una obrita de Teatrito


Escenario

Estamos en un jardín grande como un mundo pequeño, así de grande. Un jardinero con turbante corta el cesped. Al fondo en la parte derecha unos magnolios con sus flores blancas mirando al suelo en actitud humilde.

El jardinero parece triste, se detiene sobre su cayado, pensativo.

Por el ventanal de la pieza una niña de ojos grandes está mirando, por esos ojos pasan imágenes que el jardinero no ve, plateros grises, amigas que no están. La niña mira el infinito cercano, ese que está donde la mirada pierde su agudeza y aún el corazón no abre su celosía.

Tiene cara de aburrida aunque se oyen trinos de pájaros por la derecha, es decir encima de los magnolios. Y se oyen también pasos de niños pobres por la izquierda. El jardinero se acerca a la ventana. Mira a la niña, ella se hace la distraída. Distraída y aburrida. ¡Vaya lata!



La escenita del teatrito

Jardinero:
Señorita Laura, llegan volando bandadas de golondrinas ¿Qué les digo? ¿Qué va a salir a volar con ellas o que se va a quedar sin hacer nada mirando las musarañas azules?

(hace una pausa)

Las golondrinas tienen preguntas sobre lo que está escrito en los carteles que han puesto en las avenidas para esconder las tardes ¿Qué les digo? ¿Que les enseñará a leerlos o que no le interesa la lectura?

(hace una pausa)

Señorita Laura a la puerta han llegado niños pidiendo pan con uvas, pan con lo que sea ¿Qué les digo? ¿Que está estudiando para ayudarles cuando sea mayor o que no le interesa nada lo que les pase? ¿Qué les digo?

¿La dejo que lo piense o su noble corazón, niña mía, ya tiene la respuesta?

(baja la mirada) ¿Me responde?



Escenario sin palabras

La niña Laura baja del infinito cercano y se percata de la dulzura de las palabras del jardinero, guarda silencio mientras lo mira con brillos y abre su libro de lectura para empezar sus tareas.


El jardinero sonríe porque la adora.

Cae el telón.