domingo, 28 de junio de 2009

Quiero ser Laura Montana


Rosalía Ramírez estaba apoyada en su ventana mirando el patio ensimismada. Jugaba con los "ojitos de gato" que había ganado a sus amigos en el juego de la tarde anterior. A ella le gustaba jugar con los niños, aunque no la dejaran. A ella le gustaba cerrar los ojos y soñar, se imaginaba cantando en las fiestas de su ciudad, escuchaba los gritos de su público. A la mitad de esos pensamientos le invadía la tristeza porque sabía que su familia no iba a estar de acuerdo. No la dejarían.

Esa mañana (como tantas otras) se levantó rebelde. Estaba decidida a marcharse de casa y cambiarse el nombre para ser artista. Aprendería guitarra, canto, piano. Ayudaría en el restaurante del pueblo cercano para poder pagárselo ¿Qué nombre se pondría? Kalheida, Katrina, Wendy, Glendy. No, no le gustaba ninguno para los carteles que imaginaba. Tenía que encontrar un nombre con estilo.

En eso estaba cuando la llamó su madre desde la cocina: "Rosalía ¿Dónde estás?" y ella guardó silencio durante un rato para saborear las últimas luces de esa imagen: la gente que aplaudía, los reflejos azules de los focos, la batería repitiendo detrás los golpes secos del ritmo.

- ¡Rosalía! ¿Dóooonde estás?
- Aquí mamá, en la ventana de mi cuarto.
- ¿Y qué estás mirando, mi pequeña sabandija?
- Estoy mirando mi futuro.



Fue una de esas respuestas que las madres no se esperan pero que les llenan la mirada de ternura, miedo y esperanza, al darse cuenta que sus hijas creen, de que tienen un futuro propio.

- Bueno ven a ayudarme y a mirar el presente, ¡Vamos!.

Ese día las dos fueron cómplices en silencio. Rosalía cantó por lo bajo, como un susurro su madre la acompañó en los estribillos. En la tarde, se sentaron las dos en el cuarto de estar y Rosalía escuchó en la radio la canción que mas le gustaba. Su madre la miró. Ella le envió una sonrisa. Las decisiones importantes comienzan con gestos así de simples.

Pasaron varios meses y organizaron la fiesta de fin de curso. Todos tenían que actuar de alguna forma. Se formó un grupo de teatro, otro preparó un número de magia. El profe de música pidió voluntarios para hacer un conjunto musical. Varias niñas levantaron la mano. Un solo niño.

El sábado se hicieron los ensayos y Don Joaquín se quedo encantado con la voz de Rosalía y su forma de estar frente al micrófono. No cupo duda que ella debería ser la vocalista. Todo se organizó con mucho cuidado, hasta que llegó la fiesta de graduación.

En la primera fila estaba Doña Nena, la madre de Rosalía, estaban todas las familias, todos los profesores y los alumnos del colegio. Aplaudieron a rabiar a los actores que representaron "El mago Merlín y su primo Bartolín", se rieron con el payasete Perete y alucinaron con los magos que sacaban naipes de las orejas de los voluntarios que subían al escenario.

- Y como número final tenemos a nuestro conjunto de rock que interpetará la canción "Mariposas de colores" -anunció el presentador.

Al frente de la banda estaba Rosalía Ramirez con zapatos de tacón, labios pintados. La madre frunció el ceño "¿Y esa pinta?" Ese gesto solo duró hasta que empezó a cantar como los ángeles y empezaron los vivas, los aplausos, el brillar de los ojos, la lágrima contenida.



Rosalía se transformó en la chica de sus sueños. Y cuando vio que su madre la miraba con una admiración que no podía disimular, comprendió que cuado se siguen los sueños nada puede detenernos.

Al final el director de la Comisión de Festejos de la ciudad se acercó para proponerle que cantara en la fiesta mayor del verano.

- Quiero que seas la estrella de este año. ¿Cómo te llamas?
- Laura Montana -respondió ella, con esa decisión que nos viene cuando el destino se junta con la vida.
- ¿Laura Montana? -preguntó Don Julian extrañado
- Sí -respondió la madre.

De esa noche Laura Montana recuerda hoy el abrazo que le dio a su madre, la forma en que el amor se hizo presente, la manera en que su visión se hizo la dueña de su vida.


Podemos contar la historia de otra forma, pero fue simple: una ventana, un patio, una visión, el concierto de fin de curso, la voz que vino desde dentro.

Hoy todos sabemos que ese día Rosalía vio su futuro cuando miraba el patio de su jardín, y los "ojitos de gato" también lo vieron.

lunes, 22 de junio de 2009

FELICITACIONES LAURA VERA


Y es así que tu querida madre, es decir mi querida hija, me ha dicho que tuviste tu fiesta de graduación y que saliste bien y hablaste unas palabras y estuviste estupenda y por eso, mi niña, te vengo a dar un beso mientras estas dormida y acarició tu frente de princesa y me enredo en tu pelo y juego con uno de tus sueños.

Para felicitarte y recordarte que esa satisfacción es la que tenemos cuando hacemos bien las cosas. Lo celebraremos cuando nos veamos con un inmenso helado de esos que nos dejan boceritas en las comisuras de los labios. No te olvides de recordármelo. Te debo un helado (bueno, sí, yo también comeré uno)

¡Cuantas ganas de verte! Ya faltan menos de 2 meses...

No te despierto, no hablo más, me callo, pero este beso que te mando lleva mi corazón lleno de orgullo

domingo, 14 de junio de 2009

Canciones del "Día L"

Es así que conseguimos un día completo para estar juntos y el programa fue:
  1. Parque de Atracciones
  2. Comer en McDonalds (hmmm)
  3. Ir al cine a ver Hannah Montana
  4. Helado de despedida en Boadilla
Al ver las fotos surgen estas canciones:

Canción para montar en el tiovivo



Gira que te girasol

Vuela que te vuelantin

Corre que te corredor

Sube que te sube-nir

Ríe que te reidor

Sueña que te sueña-si

Laura y dos son sol

Laura y tres son mil


Canción para subir a la noria



Noria de la zanahoria

Sube hasta el cielo espacial

Vuelan coches y cebollas

Y caen estrellas de cal.


Cohetes caen en la olla

Pero no me huelen mal

Ya me falla la memoria

Ya me tengo que bajar.



Canción para el lago encantado



Mi cisne no tiene blanco

Mi blanco no tiene cuello

Mi cuello no tiene nardo

Mi nardo no tiene olor.


¿Dónde nacen los tacones,

Dónde me pongo el collar,

Dónde guardé mi vestido,

Donde dejé el delantal?


La flor suspira a los sapos

El enano sube al mar

El caballo tiene alas

El dragón no quiere hablar.



Me pongo mi piel de cisne

De mi blanco vestidor

Gargantillas en el cuello

Nardos en el ceñidor.


La barca ya quiere verme

Para llevarme a su lado

Los remos de color verde

Peces del lago encantado.



martes, 9 de junio de 2009

La vaca de la foto y Laura Vera


Se cuentan muchas cosas, se oyen rumores, se dice por ahí, por aquí, allende los mares y las montañas, se dicen cosas, que hay fenómenos extraordinarios, que no se explican ¿Y quien lo necesita? Que no se entienden ¿Y quien lo quiere?. Hay mucha habladuría, pero yo tengo fuentes que dicen la verdad, que están bien informadas, que lo han visto con sus propios oídos y lo han escuchado con sus propias manos.


Así me contaron que Laura Vera…ella es la protagonista de esta historia, vio moverse una vaca que miraba desde sus bellos ojos de vaca en una gigantografía ¿Cómo se va a mover la vaca de una fotografía por grande que esta sea: la fotografía, no la vaca. Ella lo vio.


Sí, Laura vio como la vaca primero le guiñaba uno de sus ojos de vaca. ¿Estaré soñando? Pensó. Luego la vaca espantó una mosca con su rabo, tolón, tolón. Esto ocurría en un restaurante en el que estaba con su familia celebrando el cumpleaños de su abuelo. Iba a gritar “la vaca se mueve, la vaca se mueve” pero pensó que no iban a creerla. Los mayores son incrédulos por naturaleza desgastada, además de que no suelen ver las cosas mágicas que continuamente están sucediendo en la vida de un niño. ¡Pobres mayores! Por suerte mejoran después, cuando pasan la puerta de la edad dorada. Esa muralla china tras la cual se regresa a la inocencia.



“Tengo que asegurarme” pensó Laura y con disimulo sacó la lengua a la vaca que sin miramiento alguno le sacó de vuelta su inmensa lengua de vaca y movió sus orejas como si fuesen campanillas.


"¡Madre mía, esto si que es fuerte!", pensó Laura, aunque en ningún momento creyó que fuera imposible o que fuera un sueño. Terminó su plato de cena y pidió permiso para levantarse de la mesa. Se encaminó al mural y acercó sus ojos a los ojos de la vaca.


El abuelo de Laura siguió la escena perplejo.No me aseguran que haya llegado aún a la edad dorada, quiero aclarar este punto para ser fidedigno. Ella entonces besó la frente de la vaca y ¡Oh sorpresa! la vaca volvió a sacar su lengua larga y lamió la frente de nuestra protagonista, como diciéndole gracias por venir, gracias por entrar en mi cuento de vaca.


- ¿Estás viva? -preguntó Laura, mirando las pezuñas de la bovina

- Obvio -respondió Hortensia

- ¿Realmente viva?

- Realmente obvio

- ¿Y que haces aquí?

- Vivo en esta gigantografía, durante el día trabajo como vaca fotografiada, por la noche paseo por el restaurante, leo recetas de cocina, para ser cocinera cuando vuelva a reencarnarme. En mi próxima vida seré una cocinera gordita en Suiza. Para la siguiente seré Vendedora de espejos en Marruecos, talla 42 y a la siguiente seré por fin delgada bailarina de vacallet


- De ballet querrás decir –la corrigió Laura

- Por supuesto, me traiciona a veces el vacabulario

- El vo-ca-bu-lario

- Eso.


Fue en ese momento que Laura miró hacia la mesa y vio que su abuelo estaba enterándose de todo. Trató de disimular pero ya era tarde porque él, metementodo, se acercaba.

- No pasa nada -se adelantó Laura

- ¿Crees que soy tonto?

- Si las vacas no hablan, ni las fotografías se mueven, abu

- Ya, ya, eso es en el mundo cuadriculado, pero en el mundo esférico cuántico es perfectamente posible

- ¿Qué es eso del mundo esférico-cuántico, abu?

- Es complicado de explicar, pero es el mundo en el que estamos viviendo en este momento tú y yo

- Entonces…tú…

- Sí, yo también…

- ¿Quieres hablar con la vaca. Si quieres yo te tapo -le ofreció Laura

- Bueno

No me han contado lo que el abuelo habló con la vaca, o no pudieron captarlo mis informantes por estar tapado por Laura, pero dado que es tauro, probablemente hablaron de familiares antiguos, de tataravacunos o tatarabovinas. En cualquier caso esto es mera especulación, no forma parte del texto real de este cuento.


El resultado es que Laura Vera y la Vaca Hortensia, así hemos dicho que se llamaba, se hicieron muy amigas. Laura se comprometió a visitarla de vez en cuando y llevarle recetas de cocina recortadas de las revistas de su madre, Hortensia le prometió que siempre que fuera rompería su quietismo fotográfico y le sacaría la lengua de vaca como el mensaje especial de que "siempre seremos amigas" le dijo con esa ternura que sólo podemos encontrar en las vacas madres.



De este primer encuentro hay registros gráficos porque el abuelo de Laura les pidió que las dos posaran ante su cámara nueva y es así que tenemos un recuerdo contundente de que la vaca Hortensia y Laura Vera cambiaron el pulso normal de esa noche y la hicieron especial, imborrable y única, como las cosas que nos dejan una huella en el alma.


Yo que cuento cuentos, no puedo dejar de contar este, porque aunque permanentemente ocurren cosas extraordinarias, muy pocas personas se dan cuenta de que pasan. Ese no fue el caso de Laura.


Y vacarin, vacarado, este vaquicuento se ha avacado