sábado, 12 de diciembre de 2009

Un cero a la izquierda


Mi querida Laura, esto no es un cuento sino una carta. Una carta que te escribe tu abuelo desde muy lejos y sin embargo increiblemente cerca de ti. Una carta que me gustaría que leyeras más de una vez, porque sale de lo más profundo de mi corazón.

En estos días de Noviembre que estuvimos juntos tu preguntaste "¿Sabes lo que es un cero a la izquierda?". Claro que sí, te dije, algo que no tiene valor. "Sí, sí, eso, algo que no vale nada, que no importa" dijiste tú con mucha seguridad. Y así quedó la cosa.

En otro momento que estábamos tu madre y yo contigo, trataste de interrumpir nuestra conversación y como te hacíamos esperar nos dijiste "Yo soy como un cero a la izquierda, no valgo nada, no importo nada, no se me hace caso". Algo te dijimos para que entraras en razón, pero esa frase se me clavó dentro, por eso te escribo esta carta.


No eres un cero a la izquierda porque tú, Laura Vera, vales mucho para nosotros. Tú eres un tesoro en la vida de tu madre y de tu abuela y de tu tío Juan Juan y en la mía, querida Laura y te quieren tus primos y tus tíos y tus amigos y la gente que me quiere a mi te quiere.

No eres un cero a la izquierda porque no hay un sólo día desde que naciste que nosotros no sepamos al despertar que existes y que eres un ser bello, dulce, diferente y nuestro. Nada hay que mas emocione a este hombre que es tu abuelo que pensar en ti y recordarte apoyada en mi hombro, descansando entre mis brazos. Y ¿sabes? Yo soy importante. No hace falta que nadie me lo diga. Yo lo siento. Y si alguien importante, como yo, no encuentra nada mas importante que TÚ, es porque eres aún más importante, porque eres muchos ceros a la derecha.

Claro que también sé que cuando dices "soy un cero a la izquierda" es una forma tuya de llamar la atención, pero corres el peligro de creerlo y eso sería terrible porque significaría que no te estarías queriendo a ti misma como eres, no te preocuparías de ser mejor, de respetar el tesoro divino que hay en ti, de cuidar al ser sagrado que hay en tu interior. No debes jugar con eso. Tú eres un ser luminoso. Tienes que atreverte a aceptarlo, atreverte a serlo.


Te contaré un secreto, si me quedara sólo el tiempo de vida para vivir un deseo ¿Sabes cual pediría? Tener el tiempo de sentarme en la cabecera de tu cama y contarte un cuento, en el te convertiría en la depositaria de una Misión secreta, la de ser magnífica y amar y amar, amar sobre todo. Ese, Laura, es el secreto de la vida. Pediría contarte un cuento para vivir el momento mas pleno que puedo imaginar, ese instante en que te has dormido con tu mano en mi brazo y cierras los ojos y tu rostro se llena de una belleza de nácar y en tus sueños todo es armónico y no dudas que no eres un cero a la izquierda, sino al revés, el regalo que hemos recibido para llenar nuestra vida.

Quiero pedirte, Laura, que te tomes en serio que tú vales, importas, existes, nos llenas, has venido a hacer algo importante en este mundo, que te necesito para seguir escribiendo cuentos, para seguir siendo un niño que juega contigo y que confío mucho en ti.


Es muy de noche y estarás dormida, pasarán por tu frente las estrellas de Madrid, te subirás a una para que nos encontremos en algún lugar del universo, allí estaremos por encima de las palabras sin sentido, en la galaxia donde no hay ceros a la izquierda, donde nace la lluvia que hace crecer los lagos y alimentar las siembras, donde podemos mirarnos fijamente a los ojos y brillar.


Simplemente brillar.

Te beso la frente luminosa