sábado, 12 de diciembre de 2009

Un cero a la izquierda


Mi querida Laura, esto no es un cuento sino una carta. Una carta que te escribe tu abuelo desde muy lejos y sin embargo increiblemente cerca de ti. Una carta que me gustaría que leyeras más de una vez, porque sale de lo más profundo de mi corazón.

En estos días de Noviembre que estuvimos juntos tu preguntaste "¿Sabes lo que es un cero a la izquierda?". Claro que sí, te dije, algo que no tiene valor. "Sí, sí, eso, algo que no vale nada, que no importa" dijiste tú con mucha seguridad. Y así quedó la cosa.

En otro momento que estábamos tu madre y yo contigo, trataste de interrumpir nuestra conversación y como te hacíamos esperar nos dijiste "Yo soy como un cero a la izquierda, no valgo nada, no importo nada, no se me hace caso". Algo te dijimos para que entraras en razón, pero esa frase se me clavó dentro, por eso te escribo esta carta.


No eres un cero a la izquierda porque tú, Laura Vera, vales mucho para nosotros. Tú eres un tesoro en la vida de tu madre y de tu abuela y de tu tío Juan Juan y en la mía, querida Laura y te quieren tus primos y tus tíos y tus amigos y la gente que me quiere a mi te quiere.

No eres un cero a la izquierda porque no hay un sólo día desde que naciste que nosotros no sepamos al despertar que existes y que eres un ser bello, dulce, diferente y nuestro. Nada hay que mas emocione a este hombre que es tu abuelo que pensar en ti y recordarte apoyada en mi hombro, descansando entre mis brazos. Y ¿sabes? Yo soy importante. No hace falta que nadie me lo diga. Yo lo siento. Y si alguien importante, como yo, no encuentra nada mas importante que TÚ, es porque eres aún más importante, porque eres muchos ceros a la derecha.

Claro que también sé que cuando dices "soy un cero a la izquierda" es una forma tuya de llamar la atención, pero corres el peligro de creerlo y eso sería terrible porque significaría que no te estarías queriendo a ti misma como eres, no te preocuparías de ser mejor, de respetar el tesoro divino que hay en ti, de cuidar al ser sagrado que hay en tu interior. No debes jugar con eso. Tú eres un ser luminoso. Tienes que atreverte a aceptarlo, atreverte a serlo.


Te contaré un secreto, si me quedara sólo el tiempo de vida para vivir un deseo ¿Sabes cual pediría? Tener el tiempo de sentarme en la cabecera de tu cama y contarte un cuento, en el te convertiría en la depositaria de una Misión secreta, la de ser magnífica y amar y amar, amar sobre todo. Ese, Laura, es el secreto de la vida. Pediría contarte un cuento para vivir el momento mas pleno que puedo imaginar, ese instante en que te has dormido con tu mano en mi brazo y cierras los ojos y tu rostro se llena de una belleza de nácar y en tus sueños todo es armónico y no dudas que no eres un cero a la izquierda, sino al revés, el regalo que hemos recibido para llenar nuestra vida.

Quiero pedirte, Laura, que te tomes en serio que tú vales, importas, existes, nos llenas, has venido a hacer algo importante en este mundo, que te necesito para seguir escribiendo cuentos, para seguir siendo un niño que juega contigo y que confío mucho en ti.


Es muy de noche y estarás dormida, pasarán por tu frente las estrellas de Madrid, te subirás a una para que nos encontremos en algún lugar del universo, allí estaremos por encima de las palabras sin sentido, en la galaxia donde no hay ceros a la izquierda, donde nace la lluvia que hace crecer los lagos y alimentar las siembras, donde podemos mirarnos fijamente a los ojos y brillar.


Simplemente brillar.

Te beso la frente luminosa

martes, 20 de octubre de 2009

Una tarde en la vida de Laurita protagonista

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¿Puede llamarse una saltamontes Laura?

Este tipo de preguntas eran frecuentes en la cabeza literaria de “Sebas”. Sin embargo su amigo Brandon se preguntaba ¿Cuántas patas tiene un saltamontes? ¿A qué distancia puede llegar a saltar si el viento está a favor y sopla a 23 Km. hora?


Lo curioso es que ambos, Sebas y Brandon eran entrañables amigos del colegio, aún siendo tan diferentes. Sebas era el mejor alumno de la clase de Lenguaje, en cambio Brandon no era capaz de distinguir un adjetivo de un adverbio, pero no había problema de Matemáticas o Física que se le resistiese. “Está chupao” solía decir.


Esa tarde Laurita Buonacuore iba a salir con ellos para ir a la reunión del Círculo de Niños Emprendedores. Sebas la invitó, le dijo que un profesor nuevo quería que descubriera la actitud protagonista que anidaba en su anterior.


- ¿Qué quiere decir “anidar”? –preguntó Brandon

- Yo tampoco lo sé –se adelantó Laura

- Algo así como alojarse, vivir en un lugar. Viene de nido, de la casa de los pájaros



- ¿Y la actitud protagonista es como un pájaro? –Preguntó Laura con cara de “vaya tontería, que tipo tan raro ese profesor”

- Para mi que sí, que tiene que ver con voladas y sueños y esas cosas –sugirió Brandon

- ¡No, noo!. Ya estás con tus ideas. La actitud protagonista tiene que ver, según nos explicó el profe, con la disposición de hacer, de tomar la decisión de hacer las cosas, no dejar que otros las hagan por nosotros, ser responsables, solidarios, capaces…

- ¡Uy cuantas cosas! –dijo Laura con preocupación

- Pero…¿Alguien protagonista es, por ejemplo mas alto que los demás? ¿Duerme más? ¿Tiene que ser bueno en Mates o en Ciencias Sociales? ¿Desde qué años se puede empezar a ser protagonista?

- ¡¡¡Para, para, Brandon!!!. Yo estoy como vosotros. Esta es mi primera reunión. A mi me suena bien. Sí, yo creo que es bueno ser protagonista –se defendió Sebas

- Y protagonista se puede ser desde muy niña –agregó Laura – a mí mi madre me dijo que desde que yo nací me convertí en la protagonista de su vida.

- En realidad hablais muy raro –dijo Brandon – ¿Y se puede saber que vamos a hacer en ese Círculo o como se llame?

- Va a ser un taller, y para que no me preguntes lo que es un taller es un tipo de clase en la que el profe nos plantea una idea y sobre ella nosotros debemos trabajar. No es él quien nos dice las cosas, nosotros las descubrimos o las proponemos –contestó Sebas.

- ¡Guay! Me gusta, esa es una forma de ser protagonistas desde la clase ¿Verdad? A mi me gusta hacer cosas más que escucharlas. Me suena bien...-intervino Laura.



Iban caminando por la calle Cárdenas hacia Sotillo de los Caballeros y en una esquina vieron a un ladronzuelo intentando meter la mano en la gorra de un ciego que tocaba el acordeón para quitarle sus pocas monedas recaudadas.

- Eeehhh, mirad que cara. Le está robando -advirtió Laurita Buonacuore


Los tres salieron corriendo hacia la esquina gritando al unísono ¡¡¡Un ladrón!!! ¡Le está robando! Y el raterillo salió de estampida ante el temor que lo descubrieran. Eso sí, mirándoles con mucho odio.


El ciego les dio las gracias. No había logrado llevarse nada. Les preguntó sus nombres.


Sebas, Brandon, Laura

y les regaló una melodía de su acordeón

- ¿Me permitís que os obsequie con mi música? Es lo único que tengo, pero es mi mejor regalo.

- Claro, a mi me gusta mucho la música –dijo Laura con una sonrisa que mostraba que esa forma galante y culta del ciego le gustaba. No sabía por qué pero le gustaba.

- ¿Alguna canción preferida? –preguntó el ciego.

- La que usted quiera

- Entonces como esta semana es Santa Laura tocaré para vuestra amiguita esta canción dedicada a Laura de un cantante catalán que se llama LLuis LLach ¿Lo conocéis?

- No –dijeron los chicos

- Si – respondio Laura –a mi madre y a mi abuelo les gusta mucho.




El ciego interpretó Laura y Laurita sintió en su pecho un orgullo, algo así como un pájaro despertando dentro. Raro, pero lo sentía.


Llegaron al encuentro cuando ya el taller ya estaba empezado. Pidieron disculpas al profesor que era un tipo simpático que hablaba como si fuera un actor contento.


- En esta ocasión el retraso está justificado ¿Sabeis por qué? –preguntó el profesor.

- Supongo que porque hemos contribuido a rebajar el indice de delincuencia –dijo Brandon

- No, porque habéis hecho una clase práctica de protagonismo. Eso es ser protagonista tomar partido en el mundo en que vivís, contribuir a que las cosas sean mejor. Propongo chicos -les dijo al resto de la clase - que trabajemos hoy sobre la experiencia de Laura, Brandon y Sebas, ellos serán nuestros protagonistas del día. Reuniros en grupos y pensad en que cosas podríamos hacer en un día cualquiera que hicieran que esta ciudad en la que vivimos fuera un lugar de buena convivencia.


Los tres amigos se miraron y se hicieron un guiño.


domingo, 20 de septiembre de 2009

El encanto de la laguna


Laura Cuicocha vivía en un pequeño pueblo de Ecuador rodeada de árboles, volcanes y arroyos, del olor de laureles y yerbas de la fronda. Por las tardes los niños jugaban cerca del lago que tenía una isla en medio de sus aguas.



Sus padres no los dejaban nadar porque el lago estaba encantado y en las orillas de la isla interior sus aguas eran calientes y aparecían en su superficie las burbujas de un volcán adormecido.

El lago también se llamaba Cuicocha como su apellido y el de muchas otras de las familias que vivían allí desde siglos. El nombre provenía de la palabra cuye, porque decían que la isla estaba llena de cuyes que hacían sus madrigueras hasta taladrar el suelo completo y llegar hasta el cráter del volcán sumergido.


Por si no lo sabes, los cuyes son pequeños mamíferos roedores, también se les llama cuis, cobayos, cobayas, conejillos de indias, algunos dicen que son parientes de los conejos, otros de los ratones, son rápidos, sociables, viven en manadas, guiñan los ojos a las niñas bonitas como tú, saben oler el peligro, les gusta jugar ¿Qué más puedo decirte?

Quiero volver a Laura Cuicocha que no tiene que ver nada con los cuyes. El día del que quiero hablarte ella había soñado que un cóndor peleaba con un toro, El cóndor de aire, el toro de tierra. En su sueño el toro era enemigo de los pueblos del lago y en las noches llegaba con sus cuernos de luna a matar al ganado. El cóndor vivia en las cumbres y era adorado por los antepasados de Laura y en su sueño bajó en un vuelo majestuoso y aunque el toro le hirió los arpones de sus patas, el cóndor lo levantó sobre el suelo y lo dejó caer en el lago para que se hundiera hasta el volcán.


Ese sueño la tenía inquieta ¿Por qué soñaré esto? Se preguntaba. Estaba llegando la tarde y Laura estaba sentada a la orilla de la laguna, mirando su rostro indio en el espejo del agua. Escuchaba el sonido de una flauta y soñaba que era mayor y tenía grandes cosas que hacer.


El cielo de algodón tenía la forma de una colonia de colibríes detenidos en su vuelo increíble. Escucho que las nubes piaban y el tiempo regresó, quiero decir que dió un salto y Laura se vio a sí misma naciendo, como si fuera madre e hija a la vez y entonces un pensamiento en forma de pregunta se apoderó de ella ¿Qué quieres que sea tu hija? ¿Qué quieres ser? ¿Qué quieres de ella? ¿Qué quieres ser? y le pareció que bajaba el cóndor y la traía de nuevo a esta edad de hoy, acariciada por sus plumas fuertes y largas.

Respiró hondo ¡Qué cosas tan raras me pasan! y se tomó sus trenzas de colores, pero la pregunta estaba ahí ¿Qué ser magnífico quiero ser en mi vida? ¿Qué haré por mi tribu, por este lago, por el mundo, los colibríes, los niños, los mayores, los cuyes y los toros de media luna?


Y tuvo conciencia de ser especial y eso no era incompatible con su caja de colores, sus muñecas, sus aretes de piedras brillantes. También podía ser especial siendo niña y eso la hizo sonreir y darse cuenta de que su elección era ser feliz y hacer cosas importantes, empezando por aprender en su escuela.

Todo eso ocurría allí a la orilla del Cuicocha, frente a las burbujas del volcán sumergido, bajo la sombra de un cóndor lejano, mientras su abuela miraba desde la ventana de la cabaña y su madre regresaba de los campos de maíz.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Carta a Laura Vera



¡Hola Laura, hola cariño mío! Hace dos semanas escribíamos nosotros esta Entrevista a la Sirena, que antecede a este post. Tú a mi lado, antes de que te vistieras tan bella para nuestra cena musical en el Cortijo Sotillos. ¿Recuerdas?


Te escribo para decirte que te echo de menos, que me falta discutir contigo, jugar contigo, abrazar contigo, que tengo muchas fotos tuyas, entre ellas las últimas, ésta de la última tarde en la que tu mirabas la TV mientras yo cerraba mis bolsos y hacía la maleta.

Ya estoy en Santiago que está gris y lluvioso, que tiene ese acento cadencioso que alarga las vocales. Ya estoy lejos en el espacio de los kilómetros, pero sigo cerca en el espacio de los amorómetros, que es la medida del amor contada en latidos.

Tengo pendiente escribirte un cuento que inicié en Quito de una Laurita ecuatoriana, pero hoy prefiero escribirte una carta, mandarte fotos. Recordarte momentos como estos:


¿Recuerdas el día en que llegué y me ofreciste tu cuarto para dormir? Probablemente sí, pero no tienes idea del resplandor de tu sonrisa. Mírala bien

¿Recuerdas el día en el Cortijo de los primos de Almería y tus saltos en la cama elástica compitiendo con Adrián y Raúl? Se que te acuerdas y que tus piernas se hacen mas largas aún para dar el salto mas alto.

¿Te acuerdas cuando comimos en la Isleta del Moro y tú decías que tenías hambre, que te aburrías y yo te hice reir? Yo sí, yo recuerdo ese momento lleno de ternura. Una vez más sentada sobre mis piernas, dejando el peso de tus emociones sobre mi pecho abierto.

¿Te acuerdas cuando tu amiga Andrea, que tiene 3 días más que tú, se medía contigo sin comprender cómo puedes ser tan alta si ella es la segunda de su clase? Yo me río viéndoos a las dos tan ruidosas, tan cantarinas, tan bellas.


¿Recuerdas aquella luz total de la Playa de los Genoveses? Seguramente sí, pero no puedes saber cómo era el tono dorado de tu piel y la dulzura de tu cara al cerrar los ojos. Mírate.

¿Recuerdas cuando almorzamos con Andrea en la Freiduría de San José y os comisteis aquel plato grande de chuletas, en ese ataque de chuetitis que tuviste este viaje? Pero antes de que llegara la comida hicísteis las payasitas y yo os hice muchas fotos. Mira esta.

¿Recuerda mi monstruita de los helados el cucurucho de chocolate de la Gelatería de la plaza del pueblo? Pero no te viste las boceritas que rodearon tus labios, el bigotillo de chocolate que te quedó.

¿Recuerdas que jugamos al ping-pong y que descubrías escarabajos cada vez que la pelota se perdía en los rincones de la sala? Seguro que sí, pero no te viste con el estilo que empezaste a tomar la raqueta para ser tu primer día, los reveses que ensayaste, la técnica que intuí se revelará algún día. Te lo digo yo que fui un buen jugador hace años.

No te acuerdas, seguro, cuando te descubrí haciendo caritas al espejo, dispuesta a peinarte para emprender nuestro viaje a Jumilla y tampoco, imagino, lo bien que te portaste en el viaje y mi alegría de ser tu chofer por las rutas del Mediterráneo.

¿Recuerdas el almuerzo en Jumilla con la familia de la abuela, tú presidiste la mesa y volviste a pedir chuletas? Claro que te acuerdas, pero no viste que la luz detrás de ti te hacía resplandecer y que se te puso la piel transparente.

¿Te acuerdas del día del cumpleaños de Raúl en el Parque de atracciones de Madrid y tus ganas de montar en la barca que se despeñaba por la cascada de agua? ¡Claro que sí! pero no sabes cómo yo te veía desde lejos montada en la última fila de esa barca.


Y no viste la ola de agua que os cubría, pero sentiste la emoción y gritaste y reíste y quisiste repetir el viaje y lo repetísteis de nuevo.

¿Te acuerdas cuando fuimos al cine 4D y nos dieron las gafas azules para ver como los peces llegaba a nuestros asientos y la boa nos amenazaba con su lengua bífida? Desde luego que te acuerdas, aunque no sepas lo bonita que estabas o que te sentaste al lado de Martina.

¿Recuerdas cuando salimos del parque y todos los primos os hicisteis la foto con este Rey león risueño? A lo mejor lo que no recuerdas es que empezaste a gamberrear y a hacerte la artista.

Sí, tengo muchas fotos más, muchas, muchas, yo las guardaré como guardo tus cosas, esperando el día en que me las pidas. Ahora, Laura mía, soy yo el que te pido un beso para que no sea tan frío este día del invierno.

sábado, 22 de agosto de 2009

Entrevista a una Sirena



"Estamos en el Sureste de España, en una localidad cercana al Parque Natural de Cabo de Gata en donde en los últimos días han aprecido en sus playas una serie de especies marinas poco frecuentes. Nos referimos a la "Blancallena", especie en extinción o a los revoltosos "Delprincipios", antecesores de los Delfines, por no citar al cangrejo de tina o al mas fuerte de los escualos, el llamado Triburón.

Junto a ellos se encontró un octopus chilensis, el pulpo que en vez de tentáculos tiene tentápotos, que señalaba con uno de ellos a una sirena de la familia de las "Ambulantias submarinas" que tomaba un refresco de algas en el bar del Puerto. La noticia corrió como reguero de corales por todos los titulares "la cabellorosa andante, dama de los andamios oceánicos recala en nuestras costas" "La preciada submarina de estrellas, de tez chocolate de maní entre las aguas minerales conversa con los marineros del puerto pesquero y dice no saber nada sobre la crisis del salmón, ni de la guerra de los crutáceos".

Desde San José para la edición de noche de "CuentosparaLaura Radiovisión" en directo para el mundo mundial Juan Brasileño Tartaruga, periodista certificado con nota."

La noticia anterior y la entrevista que el famoso periodista hizo a la sirena en el diario local constituyen dos interesantes piezas para la investigación del llamado brujicidio del Mediterráneo. Lean a continuación la copia literal de la entrevista

"Frente a mi, cruzada de cola de pescado, en el Café Acuario del Playazo se encuentra la sirena que dice llamarse Moniquita Pulpito Peceslargos, a la que, aunque me tiente no llamaré MPP



- Distinguida Moniquita, ¿Podría decirme que hace usted en esta concurrida playa?
- He venido al Mediterráneo con mi abuelo para ver y escribir un cuento, que se trata de una sirena a la que un pulpo quería capturar, pero sus amigos la salvaron y sus hermanas también.
- Me pierdo ¿Podría contarme cómo empezó todo?
- Desde luego. Todo empezó cuando la sirena fue a pedirle a la bruja del mar que le pusiera unas piernas para ser mujer: "Quiero unas piernas para casarme con el príncipe", a lo que la bruja respondió "Pero para eso me tendrás que dar tu cola y tu voz", "¿Mi voz?", preguntó la sirena.
- ¿Y se produjo el trato?
- Se produjo, pero en ese momento apareció el pulpo chilensis y ya muda, como estaba, no pudo gritar y pedir socorro. El padre de la sirena Moniquita se enteró de lo sucedido y seguro de que era la traidora, mató a la bruja del mar, a quien se le cayó la caracola al suelo y eso logró devolver las cosas a su lugar.


- No logro seguir la historia, sin duda la profundidad abisal de los mares en los que ocurrió altera mi entender.
- Es sencillo, cuando la caracola se cayó y se rompió en pedazos, Moniquita recuperó la voz y la cola Su padre le dijo "Te estaba viendo apenada, te oía llorar, por eso llegué con su trineo mágico y además de matar a esa bruja, convertí la roca en fuertes piernas y en un vestido brillante con perlas. Ahora yo mismo que te di la vida, cambiaré tu cola por estas piernas.
- Ahora está clarísimo
- Espere: entonces el principe, que se llamaba Eric, se decidió a casarse en el propio barco con la sirenita y fueron felices y comieron perdices. Este es el cuento

- Pero no entiendo ¿Su abuelo es sireno?
-Si
- ¿Cómo? ¿Qué tipo de sireno?


-Bueo, No, en realidad es un pulpito que juega conmigo a tirarme al agua, por eso mi apellido. aunque él realmente se llama Pulpo Vera Conchamarina.
- Y, perdone la indiscrección ¿Para qué una sirena y un pulpo quieren escribir un cuento?
- Para hacer fotocopias y convertirlo en pócima para que todas las brujas que se pasan por buenas, que son muchas sean desterradas para siempre al mundo de las brujas. Por eso en mi cuento a la bruja del mar la tiran al cementerio de brujas para siempre de los siempres.
- ¿Y, cambiando de tema, le ha gustado este pueblo de España?
- Sí es bonito, sus playas, sus cenas, sus helados, aunque hoy se me ha deshacido uno de chocolate y menta y he tenido que salir corriendo para que no se me mancharan las escamas, porque mi abuelo pulpo no quería entrar en los lavabos del bar, sino ir a las duchas de la playa.
- ¿Ahora que vas a hacer?
- Estoy preparada para ir a cenar con música antes de volver a mi casa marina. Voy con prisa, No me haga mas preguntas.


Algo brusca al final, veleta y sirena al fin, Moniquita Pulpito Peceslargos nos ha dado una pista nueva para el caso del brujicidio del Mediterráneo. Parece confirmarse que no hubo un suicidio de la bruja, producido por las dificultades para pagar la hipoteca de la escoba. Tampoco parece ser el resultado de una banda organizada del crimen. ¿Serán los cuentos fotocopiados armas de letal impacto en la Comunidad Aquelarre? Los próximos días son decisivos en la Investigación.

Juan B. Tartaruga. Periodista Certificado con Nota, al pié del arpón

domingo, 12 de julio de 2009

La mirada de Laurita Barraguer


Lo que podemos asegurar es que Laurita Barraguer calzaba un 35 de pie, que era alta como una espiga, bonita como una flor, de intensa mirada de campos profundos y tiempos de siembra. Lo que no sabemos es lo que ve cuando mira.

¿Y podemos saberlo de alguien? Este escritor de cuentos no está muy seguro, este cuentista, este cuentero, cuentacuentos, sólo puede asegurar lo que ve, por eso quiero referirme a Laurita Barraguer, porque un día se percató que cuando miraba la pared pintada de mariposas, no sólo veía a las mariposas, veía también el campo lleno de flores, el camino que salía desde el parterre, la casa al fondo, las muñecas que hablaban, la cocina llena de paltas preparadas para ser servidas y con la visión llegaban los olores y con los olores el corazón se le expandía.

- Mamá -le dijo un día a su mamá -Yo no veo lo mismo que tú ves cuando miramos la misma cosa.
- ¿Cómo es eso? -le preguntó su madre
- No sé como es, mamá, solo sé que es
- ¿Y que ves que yo no veo?
- Por ejemplo, al mirar por la ventana tu ves la casa de enfrente y yo veo peces que abren sus boca en forma de "o" y que se hacen guiños y me invitan. Peces de muchos colores que nadan en un lago que es la casa.


- No me explico -dijo su madre
- Ahí quería llegar, que debes darte cuenta que soy diferente, que veo otras cosas y por eso no soy igual que tú.

No es fácil aceptar que nuestros hijos son diferentes, pensó la madre, pero un día llega que hay que aceptarlo. Lo que no tenía previsto Amanda Barraguer es que ese día iba a llegar cuando su hija sólo tuviera 6 años.

- Habla con D. Juan Soriano -le dijo la madre -a lo mejor él puede explicarte que es eso que te pasa.

Laurita Barraguer fue a hablar con don Juan Soriano, que ahora no tengo tiempo de contar quien es, convengamos que era un estudioso de los procesos del pensar y del ser y creerse diferente. Hablaron largo rato. El Sr. Soriano le hizo diversas pruebas de visión y se percató, que efectivamente Laurita no sólo veía imagenes, sino colores de fondo que daban lugar a las imágenes, historias detrás de las imágenes, conexiones con el pensamiento de los objetos de las imágenes, por ejemplo cuando miraba una casa podía ver cómo la casa lamentaba su estado de conservación, que no la cuidaran, que la pisaran con los zapatos sucios, que fumaran dentro de ella.


- ¿Qué va a hacer con este poder, señorita? -le preguntó
- No sé -respondió Laurita
- Pues tienes que pensarlo, tienes que decidir, cuando tenemos un poder debemos usarlo, hacernos cargo de él ¿Quisieras que otros supieran lo que tu ves?
- Desde luego -respondió ella.
- Entonces tienes que contarlo y la mejor forma de contarlo es escribirlo y publicar lo que escribas, escribir libros, publicar blogs, hacer carteles, repartir direcciones de internet.

Laura Barraguer salió decidida de esa entrevista que debía empezar a escribir cuanto antes. Llenar su Cuaderno de Secretos con todo lo que iba descubriendo: el color del agua cuando tenía sed, muy distinto al de cuando no la tenía, la tristeza de las hojas de otoño cuando el viento las separaba de las otras hojas secas con las que conversaban en las tardes y bebían gotas de lluvía con sabor a te de canela.


Se dio cuenta que era urgente que su mirada no fuese secreta, sino compartida, porque ser diferente no significaba ser aislada, sino compartir la diferencia con otros. Eso la puso contenta, muy contenta. Incluso pensó que en vez de que la llamase su abuelo la princesa enojada tenía que conseguir que la llamase la princesa sonriente.

Se rió de pensarlo. En eso un pájaro cruzó delante de ella y su dichosa mirada vio que dentro del pájaro había una jaula y dentro de la jaula un sueño y dentro del sueño un niño y dentro del niño un sueño y dentro del sueño una princesa sonriente y dentro de la princesa sonriente otro sueño y dentro de ese sueño estaba el amor, que aunque otros no lo sepan tiene los mismos ojos, los mismitos ojos de Laura.

domingo, 28 de junio de 2009

Quiero ser Laura Montana


Rosalía Ramírez estaba apoyada en su ventana mirando el patio ensimismada. Jugaba con los "ojitos de gato" que había ganado a sus amigos en el juego de la tarde anterior. A ella le gustaba jugar con los niños, aunque no la dejaran. A ella le gustaba cerrar los ojos y soñar, se imaginaba cantando en las fiestas de su ciudad, escuchaba los gritos de su público. A la mitad de esos pensamientos le invadía la tristeza porque sabía que su familia no iba a estar de acuerdo. No la dejarían.

Esa mañana (como tantas otras) se levantó rebelde. Estaba decidida a marcharse de casa y cambiarse el nombre para ser artista. Aprendería guitarra, canto, piano. Ayudaría en el restaurante del pueblo cercano para poder pagárselo ¿Qué nombre se pondría? Kalheida, Katrina, Wendy, Glendy. No, no le gustaba ninguno para los carteles que imaginaba. Tenía que encontrar un nombre con estilo.

En eso estaba cuando la llamó su madre desde la cocina: "Rosalía ¿Dónde estás?" y ella guardó silencio durante un rato para saborear las últimas luces de esa imagen: la gente que aplaudía, los reflejos azules de los focos, la batería repitiendo detrás los golpes secos del ritmo.

- ¡Rosalía! ¿Dóooonde estás?
- Aquí mamá, en la ventana de mi cuarto.
- ¿Y qué estás mirando, mi pequeña sabandija?
- Estoy mirando mi futuro.



Fue una de esas respuestas que las madres no se esperan pero que les llenan la mirada de ternura, miedo y esperanza, al darse cuenta que sus hijas creen, de que tienen un futuro propio.

- Bueno ven a ayudarme y a mirar el presente, ¡Vamos!.

Ese día las dos fueron cómplices en silencio. Rosalía cantó por lo bajo, como un susurro su madre la acompañó en los estribillos. En la tarde, se sentaron las dos en el cuarto de estar y Rosalía escuchó en la radio la canción que mas le gustaba. Su madre la miró. Ella le envió una sonrisa. Las decisiones importantes comienzan con gestos así de simples.

Pasaron varios meses y organizaron la fiesta de fin de curso. Todos tenían que actuar de alguna forma. Se formó un grupo de teatro, otro preparó un número de magia. El profe de música pidió voluntarios para hacer un conjunto musical. Varias niñas levantaron la mano. Un solo niño.

El sábado se hicieron los ensayos y Don Joaquín se quedo encantado con la voz de Rosalía y su forma de estar frente al micrófono. No cupo duda que ella debería ser la vocalista. Todo se organizó con mucho cuidado, hasta que llegó la fiesta de graduación.

En la primera fila estaba Doña Nena, la madre de Rosalía, estaban todas las familias, todos los profesores y los alumnos del colegio. Aplaudieron a rabiar a los actores que representaron "El mago Merlín y su primo Bartolín", se rieron con el payasete Perete y alucinaron con los magos que sacaban naipes de las orejas de los voluntarios que subían al escenario.

- Y como número final tenemos a nuestro conjunto de rock que interpetará la canción "Mariposas de colores" -anunció el presentador.

Al frente de la banda estaba Rosalía Ramirez con zapatos de tacón, labios pintados. La madre frunció el ceño "¿Y esa pinta?" Ese gesto solo duró hasta que empezó a cantar como los ángeles y empezaron los vivas, los aplausos, el brillar de los ojos, la lágrima contenida.



Rosalía se transformó en la chica de sus sueños. Y cuando vio que su madre la miraba con una admiración que no podía disimular, comprendió que cuado se siguen los sueños nada puede detenernos.

Al final el director de la Comisión de Festejos de la ciudad se acercó para proponerle que cantara en la fiesta mayor del verano.

- Quiero que seas la estrella de este año. ¿Cómo te llamas?
- Laura Montana -respondió ella, con esa decisión que nos viene cuando el destino se junta con la vida.
- ¿Laura Montana? -preguntó Don Julian extrañado
- Sí -respondió la madre.

De esa noche Laura Montana recuerda hoy el abrazo que le dio a su madre, la forma en que el amor se hizo presente, la manera en que su visión se hizo la dueña de su vida.


Podemos contar la historia de otra forma, pero fue simple: una ventana, un patio, una visión, el concierto de fin de curso, la voz que vino desde dentro.

Hoy todos sabemos que ese día Rosalía vio su futuro cuando miraba el patio de su jardín, y los "ojitos de gato" también lo vieron.

lunes, 22 de junio de 2009

FELICITACIONES LAURA VERA


Y es así que tu querida madre, es decir mi querida hija, me ha dicho que tuviste tu fiesta de graduación y que saliste bien y hablaste unas palabras y estuviste estupenda y por eso, mi niña, te vengo a dar un beso mientras estas dormida y acarició tu frente de princesa y me enredo en tu pelo y juego con uno de tus sueños.

Para felicitarte y recordarte que esa satisfacción es la que tenemos cuando hacemos bien las cosas. Lo celebraremos cuando nos veamos con un inmenso helado de esos que nos dejan boceritas en las comisuras de los labios. No te olvides de recordármelo. Te debo un helado (bueno, sí, yo también comeré uno)

¡Cuantas ganas de verte! Ya faltan menos de 2 meses...

No te despierto, no hablo más, me callo, pero este beso que te mando lleva mi corazón lleno de orgullo

domingo, 14 de junio de 2009

Canciones del "Día L"

Es así que conseguimos un día completo para estar juntos y el programa fue:
  1. Parque de Atracciones
  2. Comer en McDonalds (hmmm)
  3. Ir al cine a ver Hannah Montana
  4. Helado de despedida en Boadilla
Al ver las fotos surgen estas canciones:

Canción para montar en el tiovivo



Gira que te girasol

Vuela que te vuelantin

Corre que te corredor

Sube que te sube-nir

Ríe que te reidor

Sueña que te sueña-si

Laura y dos son sol

Laura y tres son mil


Canción para subir a la noria



Noria de la zanahoria

Sube hasta el cielo espacial

Vuelan coches y cebollas

Y caen estrellas de cal.


Cohetes caen en la olla

Pero no me huelen mal

Ya me falla la memoria

Ya me tengo que bajar.



Canción para el lago encantado



Mi cisne no tiene blanco

Mi blanco no tiene cuello

Mi cuello no tiene nardo

Mi nardo no tiene olor.


¿Dónde nacen los tacones,

Dónde me pongo el collar,

Dónde guardé mi vestido,

Donde dejé el delantal?


La flor suspira a los sapos

El enano sube al mar

El caballo tiene alas

El dragón no quiere hablar.



Me pongo mi piel de cisne

De mi blanco vestidor

Gargantillas en el cuello

Nardos en el ceñidor.


La barca ya quiere verme

Para llevarme a su lado

Los remos de color verde

Peces del lago encantado.