domingo, 8 de febrero de 2009

Laurita Cienfuegos, inventora de los caramelos revolucionarios


Tiene 7 años, es mulata ¿Qué significa mulata? Hija de negro y blanca o de negra y blanco: uno de cada color, café con leche. ¡Qué divertido!

Además ¿Quién no tiene un padre de cada color? Religioso y ateo, conservador y progresista, chileno y española, presente y ausente, alto y bajo, gordo y delgado. Mulatos somos casi todos.

¡Ay que me estoy perdiendo! Decía que tiene 7 años, se llama Laurita Cienfuegos, nació en Pinar del Río, cerca de La Habana, donde vive, vuelve del colegio con su uniforme de color burdeos. Atraviesa la plaza de la Catedral deprisa.

Tiene una idea en la cabeza. Ya sabe lo que quiere ser cuando sea mayor. Tiene una visión, es decir se ve a sí misma de mayor haciendo algo que la entusiasma. ¿Tienes tú, querida lectora mía, alguna visión de ti misma cuando seas mayor?


Cierra los ojos y piensa. Imaginate con la edad de tu mamá ¿Qué quisieras estar haciendo? ¿Dónde estás?

¿Lo conseguiste? Eso es una visión y las visiones nos mueven, nos hacen pasar deprisa las plazas de La Habana para conseguirlas.

Pues sí Laurita Cienfuegos, es una niña muy lista, que sabe ya lo que quiere ser de mayor, que ha decidido serlo y que cruza por delante del Restaurante El Patio y busca el puesto de la señora Inés que vende azúcar refinada ¿Por qué quiere comprar azúcar? Te lo diré: para hacer caramelos de distintos colores.

Laurita, mi querida niña lectora, quiere ser inventora. Había pensado ser médica para ayudar a los niños que se enferman en las selvas de Africa y a sus padres y a sus abuelos, pero hay muchos de sus amigos que quieren serlo y ella quiere ser especial.

Además se ha dado cuenta que aquí en Cuba hay mucho que hacer ¿Para qué irse a África? Su primer invento va a ser fantástico: unos caramelos de un sabor muy dulce y de distintos colores y sabores, que tienen que coincidir.

Me explico: los de color azul deben saber a azul, los de color rojo a sabor rojo. Pero lo que tendrán de nuevo es que al deshacerse en la boca dejarán una suave sensación de compromiso, dejarán unas ganas tremendas de ayudar a los otros, despertarán la necesidad de estudiar y ser mejor.

Esos caramelos habrá que llevarlos siempre en los bolsillos para comerlos cuando nos llegue la pereza o el mal humor o las ganas de hacer diabluras o la tristeza de algunas tardes.

Serán los caramelos revolucionarios de Laura, se llamarán “ciendulces” “cienluces” “cienrisas” “ciensueños” “cienbesos”. Y todo porque ha comprendido que quiere ser una nueva revolucionaria de un mundo que necesita ser mas dulce.

Pasa así corriendo por la plaza Laurita Cienfuegos que quiere ser cuando mayor inventora de una nueva dulzura. Esa escena breve, esa luz mágica de La Habana vieja, esa expresión del rostro de esta niña es lo que quiero que imagines antes de dormir.

Duerme entonces, mi tesoro, sueña y duerme.

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