martes, 17 de febrero de 2009

Laura Ureña, Artesanita

Laura Ureña es dominicana, ya ha cumplido los seis años y habla y habla como una cotorra sin freno, le gusta el color del cielo de las mañanas, las flores del camino a su colegio, las faldas de la señorita Azucena Trujillo, la diadema que le regaló su tía Amanda “la jabaíta”, le gusta vivir, eso le pasa. Le gusta sentir que su cuerpo crece y su mente se llena de ideas y palabras y ¿Qué va a hacer sino hablar?

Habla en los recreos con un amiguito que se llama Johnny Alberto. Le llaman el “Yonico”, tiene siete años y es de alto como ella. Mas serio que un ajo, porque quiere ser piloto de guerra. Laurita trata de convencerle de que no, de que la guerra es mala, de que al revés debería ser piloto de paz.

Cuando no lo convence le dice “pero bueno, chico, por lo menos ríete”. Yonico se sonríe, a eso alcanza, pero la risa no está en su semblante, sin embargo nuestra Laurita es una reidora, porque sí, porque existen las calles y las casas, porque su mamá la aprieta contra su pecho, porque sí, porque tiene abuelos y primos y amigos y la vida entera por delante.

Hoy la “seño” les preguntó en la clase que escribieran en un cuaderno lo que querían ser de mayor y al lado hicieran un dibujo.

- ¿Qué quiero ser yo, si quiero ser tantas cosas? ¡Ay madre que compromiso! ¡Ay Yemayá! ¿Qué pongo? –se dice en alto a si misma

Lo que mas le gusta es pintar y hacer figuras de barro y castillos en la arena de la playa de Samana y sortijas y collares con los tallos de las flores. Y se imagina vendiendo en las ferias sus obras y que la invitan a otros países para hacer exposiciones.


Suelta la imaginación y se ve en una escuela de un pueblo bello, muy bello, con playa y montaña, con plaza y mercado, enseñando a otros niños a pintar y esculpir. Se ve ya mayor y bonita, con un moño y una falda tornasol como la de la señorita Azucena Trujillo.


Quiere ser artista artesana, quiere crear cosas para embellecer las calles y las casas, quiere que sus obras rían y hagan pensar en la esperanza

- No en la guerra, chico –le dice a Yonico

Bueno ahora tengo que hacer la tarea, piensa y escribe en su cuaderno:

Quiero ser artesanita

Y dibuja una plaza con casas azules y amarillas, con balcones con tiestos de flores moradas y en el centro de la plaza una mesa y sobre la mesa un collar, un jarrón, un torito con cuernos, una caracola pintada de arco iris. Detrás de la mesa una niña con trenzas negras y ojos grandes, grandes y una sonrisa abierta. Detrás un toldo rojo y blanco que dice en el centro “Taller de Laura artesana. Arte que sana.”


Pasa por su mesa la señorita Azucena y se queda mirando su trabajo. La mira con orgullo de maestra. Laurita siente el calor de esa mirada y percibe que Yonico las mira también desde su dibujo del cazabombardero gris. Y quiere llegar pronto a casa para contarlo. “Mamá, mamá quiero ser artesana” “Abuela, abuelo, quiero ser artesanita”.

Camina rápido por la calle del Puertoprieto cuando la alcanza Yonico


- ¿Sabes lo que he escrito que quiero ser? –le pregunta su amigo
- ¡Pues claro niño! Lo de siempre pi-lo-to de gue-rra. ¡Uhmmm!
- Nooo, te equivocas. Quiero ser piloto de la Cruz Roja ¿No viste la cruz en la cola de mi avión?
- Eso es mucho demasiado –ríe Laura Ureña y sin saber por qué le da las gracias

Este es el cuento de hoy, Laura mía. ¿Qué serás tú? ¿Qué pasará por tu cabeza linda? Todo vendrá como la primavera. Te envío macadaimas y frutas de la pasión desde esta isla dominicana. Y sobre todo te mando las ganas de verte.

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