martes, 2 de febrero de 2010
El escarabajo Bajo y la mariposa Posa
La realización del cuento
Lo escribimos a dos voces (¿Se podrá escribir así?) Estamos desayunando uno frente al otro y yo empiezo sin más y Laura me sigue sin menos. Todo fluye de forma natural. Lo terminamos mientras caminamos bajo el frío a su colegio.
Esto es lo que nos sale
El cuento:
- No sé lo que me pasa esta mañana que estoy tan dolorido -empezó a hablar el escarabajo -necesito estirarme y me duele la espalda.
- Creo que se te está poniendo el caparazón duro -le respondió la mariposa.
- ¿Insinuas que me estoy poniendo viejo?.
- Yo no he dicho eso, sólo que puede ser...
- A mi me gustaría poder volar ¿Qué se ve desde ahí?
- Muuuchas cosas, veo las flores, el bosque, las casas, la mía, todo muy bonito.
- ¡Que suerte, Posita! Me da un poco envidia.
- Pues vuela, tú también tienes alas.
- ¿Yo? pero si están pegadas al cuerpo y son dos alas negras muy birrias.
- Lo que tienes es que esforzarte, escarabajo -le dijo la mariposa muy juiciosa.
- Ah ¿Tu crees que no le pongo empeño?
- Creo que no pones de tu parte lo suficiente y si quieres volar...
- Es que no todo el mundo puede volar...
- Yo creo que sí...
Bajo se tomo un sorbo de su agua de desayuno y se quedo pensando en el rumbo de la conversación ¿Qué estaba pasando? Era él el que solía darle buenos consejos a Posita y ahora se habían cambiado las tornas.
- Creo que voy al charco cercano a echarme agua en la cara y en los élitros para refrescarme y ponerme de mejor humor -interrumpió el escarabajo Bajo y se fue andando lo mas rápido que le permitieron sus patas escarabajeras.
Cuando regresó la mariposa seguía con su taza de leche con Nesquik yla galleta de champaña ¡Cuanto estaba tardando!
- Mira Posa ya estoy de mejor humor, aunque desde luego no se volar. ¿Por qué será que me ha cambiado el humor al lavarme en el charco?
- A lo mejor te ha lamido una rana - le respondió la mariposa
- ¿Una rana encantada, quieres decir?
- No, una rana asquerosa.
- ¿Entonces por qué iba a estar contento?
- Pues...porque te podía haber comido y te hubieras encontrado dentro de ella con sus intestinos y su corazón...
- Calla, calla... Uhmmm ¿Quieres decirme que debo estar contento por lo que no me ha pasado? Porque tengo cosas que no son malas.
- Exactamente -dijo rotunda Posita -como una niña vieja
Bajo seguía bastante confuso. Posa parecía que se había levantado filósofa y le decía cosas para que él dedujera. Uhmmm.
- Y hablando de corazón ¿Tú desde tu altura voladora puedes ver el corazón de la gente?
- No, claro que no -le dijo la mariposa - el corazón está dentro
- ¿Y cómo puede verse?
- Pues entrando, bobito. Si quieres ver el corazón de las personas tienes que acercarte a ellas.
- ¿Y mirar por la boca?
- No, conversas, les dices cosas, ellos te dicen. Empiezas a quererlos y entonces les ves el corazón
- ¡Ostras! -en este punto el escarabajo Bajo se quedó sin saber que decir.
Fue el momento propicio para que cada uno se fuera a terminar de vestirse para ir al colegio del bosque.
- Mariposa -empezó Bajo la conversación mientras caminaban tomados de la mano, bajo el frío invernal del Monte de Boadilla - ¿Qué te hace a ti feliz?
- Mis alas
- Uhmm y entonces yo que las tengo tan feas...
- También mi casa, las flores del campo, las cosas que tengo me hacen feliz
- ¿Quieres decir que las cosas sencillas nos hacen felices?
- Pues claro
- ¿Y no te aburren?
- No, uno no se aburre si pone atención en las cosas que ve -le respondió Posa
- ¡Vaya pero si eso es lo que siempre te he dicho yo a ti!
- Pues hoy te lo digo yo, porque estás un poco bajón, Bajo.
- Posita creo que me voy a esforzar más para tener alas como tú.
- Eso esfuerzate, esfuerzate, desde arriba las cosas se ven mejor.
En ese punto el escarabajo Bajo sintió una gran emoción y ya no dijo nada. Llegaron a la puerta del colegio de la mariposa, le dio un beso en sus mejillas sonrosadas y le acaricio las alas. Ella puso una cara maliciosa.
- ¿Que pasa Posa?
- Es que al colegio no se puede entrar comiendo caramelos y tu me diste uno.
- Mastícalo.
- Uhmm deja, deja, que tengo que salir corriendo. Ya veré yo.
Bajo la vio salir corriendo con su mochila rosa entre las alas transparentes y la amó como todas las mañanas de todos los días, de todas las semanas, de todos los meses de los casi 7 años que estaba a punto de cumplir su Mariposa. Siguió el camino hacia su propio colegio cantando una canción de mariposas y antes de que empezara la clase se puso a escribir este cuento.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario