Y tú me preguntarás Laura mía ¿Qué es un sufí, abuelo? Y me pondrás en un aprieto, porque es largo y no quiero aburrirte. Si te digo que son aquellos que practican el sufismo, me preguntarás qué es el sufismo. Mira es como una religión del Islam, que busca el misticismo, son ascetas, monjes que reflexionan y tratan de encontrar la esencia del pensamiento y el sentido de la vida. En propiedad los sufíes son los Maestros que enseñan los principios del sufismo y el arte del vivir bien.
Hace muchos años con tu abuela "Remedios la bella" fuimos al Monasterio de Konya en la región de Anatolia en Turquia y estuvimos en la Mezquita que conmemora a un gran poeta místico persa llamado Rumí, que creó una rama de los sufíes, los derviches jiróbagos que danzaban dando vueltas hasta encontrar la plenitud de un éxtasis de concentración y paz. Desde entonces me ha interesado saber de ellos y leer sus cuentos y su poesía.
Míralos aqui y no te marees de tanta vuelta, nos muestran el equilibrio, la armonía, la conexión con su camino interior. Pero no quiero perderme en explicaciones, quiero escribirte un cuento que hoy me parece importante que conozcas.
El Maestro sufí se juntó con sus cuatro discípulos favoritos y se sentaron alrededor de un aljibe. ¿Qué es un aljibe? Te respondo antes que me preguntes, es un pozo de agua de lluvia que los árabes construían para abastecerse en los largos períodos de sequía. El Maesto les pidió que observaran los tréboles y su comportamiento durante el ciclo del sol. Esa era la tarea: entender la propia danza giratoria del trébol. Aunque, muchas veces, Laura, no alcanzamos a saber cuál es la verdadera tarea detrás de la" aparente tarea".
Después de unas horas preguntó el Maestro ¿Por qué cierran sus hojas los tréboles al ponerse el sol?
Hazrat, Nawab y Jelaluddin se pusieron serios, Anthea sonrío como si le diese la luz en su mejilla de pétalos, porque has de saber, Laura, que Anthea significa florida, llena de flores.
Hazrat respondió que los tréboles se plegaban para defenderse de la noche y el frío, para protegerse de los hervíboros que buscaban hojas jugosas para cenar,
Nawab consideró que al cerrar sus hojas dejaban pasar las gotas de rocío para que la tierra se fertilizara y fuera más productiva para ellos mismos.
Jelaluddin, el que tenía nombre de poeta, estuvo parcialmente de acuerdo con Nawab, pero dijo que cerrándose permitian la conservación del ambiente, dejaban un espacio que otros elementos llenarían, se purificaba el aire...
Anthea, sonriendo, lo vio de otra manera, al plegar sus hojas los tréboles se disponen para el merecido descanso, contribuyen al silencio, permiten que seres más pequeños vean las estrellas y tal vez, dijo, tenga que ver con su misterio.
Entonces el Maestro sufí les mostró cómo tenían interpretaciones diferentes y cada una aportaba una línea diferente de sentido.
"Las interpretaciones hablan de nosotros, de lo que nos preocupa, de los juicios que tenemos sobre el mundo. El temeroso Hazrat ve amenazas en este mundo que vivimos y quiere seguridad para cada individuo y eso es loable.
El laborioso Nawab piensa que hemos venido al mundo a contribuir a crear riqueza y hay que ponerse a lograrlo inclusive en la noche. Y eso es loable.
El ecológico Jelaluddin nos habla del orden perfecto del universo y el derecho de todos a disfrutar de él. Y eso es loable.
La dulce Anthea busca el descanso, la búsqueda de la conciencia, el misterio y la poesía y a ello contribuye el pliegue de los tréboles.Y eso es loable".
Dicho esto, el Maestro se puso a caminar bajo la sombra de los árboles.
Vemos el mundo como somos, nos dice el Sufí en este cuento, Laura, y yo te lo cuento, para que te puedas preguntar ¿Y cómo quiero ser yo? Para que lo hagas hoy, que aún estás construyendo el lugar interior desde el que vas a ver el universo, porque antes de pensar en lo externo, tenemos que pensar en lo interno. Nosotros colaboramos a construir el mundo.
Y si me preguntas de dónde he sacado este cuento, te diré que viene escrito en nosotros y que lo he pasado a letras para ti, desde mis conversaciones con el amor.
¡Ah! y antes de terminar, quiero que leas algo sobre los sufíes, mas hermoso que lo que te conté al principio de esta narración. Lo dijo Ananda,el primo y discípulo de Buda.
"Sufi es alguien quien
AMA y RESPETA toda la creación del
universo. Y Sufismo es la Luz Brillante que resplandece
en el Corazón de aquellos quienes AMAN y RESPETAN."
¡Cuanto tiempo sin pasar por aquí, Laura mía! Ya tienes 10 años y mides 160 cm ¡Vaya altura! He leído algunos de los cuentos que te fui escribiendo y he sonreido y me he alegrado de ese abrazo que me has dado esta noche y de que te hayas dormido así, como tantas veces, mientras te acariciaba el pelo.
Voy a regresar más a menudo a escribirte, ahora los cuentos serán otros. Me pongo nervioso de pensarlo, pero ya tengo uno en las yemas de mis dedos, un cuento sufi que no será sufi. Será a la manera sufi. No sé, solo sé que te quiero, que te sigo queriendo tanto, mucho, mucho más que tanto.
Un beso, que la luna baje a tu cama y ponga su lámina de luz en tus muñecos de peluche, que hoy tenían un sueño de alabastro y puntillas de nata.
Yo le encargo a la abuela que te envíe flores de mi parte y te escribo un soneto.
Aqui te dejo su rastro, para siempre.
SONETO PARA LAURA
Desde los nuevo puntos cardinales te quiero, desde las nueve edades de mi vida, que despliegues tus pétalos, espero y en tus ojos la luz, siga encendida.
Por tus nueve sueños de ser niña-princesa. Por nueve caminos y por nueve ventanas, desde mi corazón arrebato campanas por ser bajo el sol el abuelo que te besa
Por esa sonrisa de las nueve lunas y por ser nueve sirenas de los mares, no habrá cielo, ni desierto, no habrá dunas.
No habrá viento ni distancia suficientes para que tu imagen no llene mis cantares, ni tu nombre, Laura, se salga de mi mente.